Entrevista por Mariana Carbajal
En
el marco del Hay Festival, al terminar la plática Elogio a la brevedad, Ricardo Piglia hace un espacio en su ocupada agenda para darse el tiempo de contestar algunas preguntas enfocadas en área
de su trabajo poco difundida. Piglia es uno de los escritores latinoamericanos
más reconocidos.
Ganador
de los premios: Casa de las Américas, Planeta, el Iberoamericano de Letras José
Donoso, el de la Crítica y el Rómulo Gallegos, conserva una actitud humilde,
dispuesto a hablar de las diferentes facetas de su trabajo como escritor,
guionista y lector.
–Usted
ha trabajado en la escritura de varios guiones. Mi pregunta es con respecto a
la película Foolish Heart, dirigida
por Héctor Babenko. ¿Cómo fue este proceso?
–Un
trabajo muy interesante, nos reuníamos en la semana, en algún lugar que no
fuera donde vivíamos. Conversábamos la historia, la discutíamos, hacíamos
notas, yo escribía y se le mandaba a Babenko, luego volvíamos a hacer lo mismo.
Me gustaba ese sistema de aislarse un poco e ir armando la historia. Colaborar
juntos en ese punto, pero no tanto en la escritura.
– ¿Cómo
fue conocer a Héctor Babenko y participar en ese proyecto?
–Fue
una experiencia lindísima para mí, nos hicimos muy amigos. Es un director que
tiene mucha experiencia y que ha trabajado en Hollywood. En cuanto a la
película, la primera parte me gusta mucho, está muy bien. En la segunda parte
hay problemas, pero yo estoy muy contento con la experiencia.
– ¿Babenko
cambió mucho el guión que usted escribió
–No
es que cambiara, me parece que en el final él interpretó de una manera lo que
era la segunda parte de la historia.
– ¿Qué
opina de la adaptación de su novela Plata
Quemada? ¿Le gustó?
–Sí.
La viví como una experiencia hecha con mucha seriedad, por Piñeyro y Marcelo Figueras,
que hicieron un trabajo muy serio. Cuando se trata de la adaptación de libros
míos, prefiero no intervenir. Me alejo un poco. Para adaptar, ellos no tomaron
toda la novela, la interpretaron, y yo estoy de acuerdo con la lectura que
hicieron de ella. Buscaron un eje de la novela y de eso hicieron la película.
–En
cuanto a la adaptación cinematográfica. ¿Usted cuál considera que sea el punto
clave?
–Yo
hice una adaptación que se filmó del Astillero
de Onetti. Y aprendí mucho, ahí me di cuenta que muchas veces lo que hay que
adaptar es un fragmento de la historia. Me gustan mucha las adaptaciones que
digamos recrean la obra, que dan cuenta del conjunto, que no la ilustran en un
sentido mecánico. Que la reinterpretan de alguna forma.
– ¿Al
escribir su Diario lo hace como escritor, pensando que lo van a leer o realmente
lo escribe para usted?
–No,
lo escribo para mí. Últimamente he empezado a pensar en eso, en que si lo voy a
publicar o no lo voy a publicar.
–Y
esta idea de que lo van a leer, ¿cambia la forma en que usted escribe?
–No,
yo no creo, porque tampoco hay secretos. Ojalá tuviera alguno. Los escritores
pensamos que nuestra vida tiene secretos, pero no. No es que haya algo ahí como
un campo privado. Si no son más bien experiencias que he ido escribiendo de una
forma aleatoria. Y bueno, uno se convierte en alguien ahí un poco cómico,
porque por qué uno tendría que escribir todo lo que hace en un cuaderno. Sin
embargo, el diario ayuda mucho a conocernos. Lo que me he dado cuento al leer
mi Diario es que hay muchas repeticiones. El Diario es algo muy ilustrativo con
el que se aprende a tomar distancia.
–Es
muy interesante lo que dice: que leer un diario es como mirar a otra persona, como
algo siniestro.
–Sí,
por momentos. Porque al leerlo uno tiene la sensación de querer advertirle algo
al otro.
–Un
poco cambiando de tema. Con respecto a Gombrowicz, ¿cuál cree que fue si
importancia en la literatura argentina? A pesar de estar siempre separado.
–Sí,
estaba muy separado, pero tenía contacto con jóvenes. Y la actitud de
Gombrowicz nos ayudó a todos, desde el momento en que se encontraba peleado con
la literatura de Borges. Él era la antítesis porque él abordaba la escritura
como algo que debía hacerse desde nuestra propia estupidez, desde nuestra
condición, no pensar en lo que no somos. Y eso fue muy bueno para nosotros. Era
una actitud que todavía no se tomaba en América Latina, abordar la carencia y
la idea que hacemos las cosas con lo que tenemos y cómo podemos.
–En
otro tema, ¿desde su punto de vista cree que se puede hablar de una renovación
del cine argentino?
–Sí,
a mí me gustan mucho los jóvenes, me gusta muchísimo Lucrecia Martel. Ella como
un ejemplo. Yo creo que esta cuestión tiene que ver con los los jóvenes que
ahora tienen otros medios, diferentes a los que teníamos antes.
–Bueno,
como último pregunta. ¿Qué opina sobre el debate de que el libro electrónico
dejará atrás a las publicaciones?
–Yo
creo que el libro va a persistir. Para mí la clave no es tanto el soporte en el
que leemos, sino la persistencia del lector. Esa relación particular que supone
leer un texto literario.
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