sábado, 1 de octubre de 2011

La muchas caras de Ricardo Piglia





Entrevista por Mariana Carbajal



En el marco del Hay Festival, al terminar la plática Elogio a la brevedad, Ricardo Piglia hace un espacio en su ocupada agenda para darse el tiempo de contestar algunas preguntas enfocadas en área de su trabajo poco difundida. Piglia es uno de los escritores latinoamericanos más reconocidos. 

Ganador de los premios: Casa de las Américas, Planeta, el Iberoamericano de Letras José Donoso, el de la Crítica y el Rómulo Gallegos, conserva una actitud humilde, dispuesto a hablar de las diferentes facetas de su trabajo como escritor, guionista y lector.

–Usted ha trabajado en la escritura de varios guiones. Mi pregunta es con respecto a la película Foolish Heart, dirigida por Héctor Babenko. ¿Cómo fue este proceso?

–Un trabajo muy interesante, nos reuníamos en la semana, en algún lugar que no fuera donde vivíamos. Conversábamos la historia, la discutíamos, hacíamos notas, yo escribía y se le mandaba a Babenko, luego volvíamos a hacer lo mismo. Me gustaba ese sistema de aislarse un poco e ir armando la historia. Colaborar juntos en ese punto, pero no tanto en la escritura.

– ¿Cómo fue conocer a Héctor Babenko y participar en ese proyecto? 

–Fue una experiencia lindísima para mí, nos hicimos muy amigos. Es un director que tiene mucha experiencia y que ha trabajado en Hollywood. En cuanto a la película, la primera parte me gusta mucho, está muy bien. En la segunda parte hay problemas, pero yo estoy muy contento con la experiencia.

– ¿Babenko cambió mucho el guión que usted escribió

–No es que cambiara, me parece que en el final él interpretó de una manera lo que era la segunda parte de la historia.

– ¿Qué opina de la adaptación de su novela Plata Quemada? ¿Le gustó?

–Sí. La viví como una experiencia hecha con mucha seriedad, por Piñeyro y Marcelo Figueras, que hicieron un trabajo muy serio. Cuando se trata de la adaptación de libros míos, prefiero no intervenir. Me alejo un poco. Para adaptar, ellos no tomaron toda la novela, la interpretaron, y yo estoy de acuerdo con la lectura que hicieron de ella. Buscaron un eje de la novela y de eso hicieron la película. 

–En cuanto a la adaptación cinematográfica. ¿Usted cuál considera que sea el punto clave?

–Yo hice una adaptación que se filmó del Astillero de Onetti. Y aprendí mucho, ahí me di cuenta que muchas veces lo que hay que adaptar es un fragmento de la historia. Me gustan mucha las adaptaciones que digamos recrean la obra, que dan cuenta del conjunto, que no la ilustran en un sentido mecánico. Que la reinterpretan de alguna forma. 

– ¿Al escribir su Diario lo hace como escritor, pensando que lo van a leer o realmente lo escribe para usted?

–No, lo escribo para mí. Últimamente he empezado a pensar en eso, en que si lo voy a publicar o no lo voy a publicar.

–Y esta idea de que lo van a leer, ¿cambia la forma en que usted escribe?

–No, yo no creo, porque tampoco hay secretos. Ojalá tuviera alguno. Los escritores pensamos que nuestra vida tiene secretos, pero no. No es que haya algo ahí como un campo privado. Si no son más bien experiencias que he ido escribiendo de una forma aleatoria. Y bueno, uno se convierte en alguien ahí un poco cómico, porque por qué uno tendría que escribir todo lo que hace en un cuaderno. Sin embargo, el diario ayuda mucho a conocernos. Lo que me he dado cuento al leer mi Diario es que hay muchas repeticiones. El Diario es algo muy ilustrativo con el que se aprende a tomar distancia.

–Es muy interesante lo que dice: que leer un diario es como mirar a otra persona, como algo siniestro.

–Sí, por momentos. Porque al leerlo uno tiene la sensación de querer advertirle algo al otro.

–Un poco cambiando de tema. Con respecto a Gombrowicz, ¿cuál cree que fue si importancia en la literatura argentina? A pesar de estar siempre separado.

–Sí, estaba muy separado, pero tenía contacto con jóvenes. Y la actitud de Gombrowicz nos ayudó a todos, desde el momento en que se encontraba peleado con la literatura de Borges. Él era la antítesis porque él abordaba la escritura como algo que debía hacerse desde nuestra propia estupidez, desde nuestra condición, no pensar en lo que no somos. Y eso fue muy bueno para nosotros. Era una actitud que todavía no se tomaba en América Latina, abordar la carencia y la idea que hacemos las cosas con lo que tenemos y cómo podemos.

–En otro tema, ¿desde su punto de vista cree que se puede hablar de una renovación del cine argentino?

–Sí, a mí me gustan mucho los jóvenes, me gusta muchísimo Lucrecia Martel. Ella como un ejemplo. Yo creo que esta cuestión tiene que ver con los los jóvenes que ahora tienen otros medios, diferentes a los que teníamos antes.

–Bueno, como último pregunta. ¿Qué opina sobre el debate de que el libro electrónico dejará atrás a las publicaciones?

–Yo creo que el libro va a persistir. Para mí la clave no es tanto el soporte en el que leemos, sino la persistencia del lector. Esa relación particular que supone leer un texto literario.

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